durante una promesa de algunas horas
encerrado entre oscuridad y flores,
suena su voz distorsionada.
Dos llamados a volver, a escuchar
a pensar, a soñar con los ojos entreabiertos.
Dos horas que rápido pasan,
y la tristeza finalmente se va.
El ángel vuelve a sonreir a lo lejos,
mirándome con bronca y alegría.
Vuelve al sueño perpetuo,
A los pasos, a la inocencia, a la ternura.
Y él, nostálgico,
regresa con los pies desnudos al suelo
A mirar el ocaso de sus memorias,
y el día dedicado a ellas...
M. Oskr.